¿Qué es la mayordomía corporal bíblica?
Apr 16, 2025
- En Cristo, y por el poder de su Espíritu, el cristiano es dotado de la capacidad divina para obedecer a la instrucción de honrar con su cuerpo al Dios Creador de todo lo que existe. Es gracias a esa obra que hoy los cuerpos de los creyentes tienen esperanza.
- Por lo tanto, para predicar evangelio necesitamos estar fuertes físicamente.
- La mayordomía corporal es un tema que debería ser relevante para la iglesia, de la misma manera que el rol de la mujer en el cuidado corporal. Abordar temas como estos se vuelve necesario porque la cultura pervierte la perspectiva que Dios ha dispuesto para estas prácticas.
Suscríbete gratis aquí para conocer los recursos bíblicos que te acercarán más a Dios y a conocer su palabra.
¿Qué es la mayordomía corporal bíblica?
Por Daniel Cabús
Cuando cumplí dieciocho años, la primera actividad administrativa que realicé como adulto fue solicitar mi permiso para conducir. En cuanto lo obtuve, mi segunda acción fue pedirle el automóvil a mi padre; sin embargo, había ciertas condiciones que yo tenía que cumplir para que él accediera. En primer lugar, solo debía conducir hacia la universidad. En segundo lugar, no debía, en ninguna circunstancia, traspasar el límite de velocidad establecido por la ley. Un día, mientras me dirigía a casa de mi tía Maye, tomé más velocidad de la prudente, así que, como era de esperarse, no me dio tiempo de detenerme con antelación y golpeé el lateral de un taxi.
Llamé a mi padre que se encontraba fuera de la ciudad y le conté por teléfono todo lo sucedido. Cuando terminé de explicarle, un silencio eterno se apoderó del teléfono móvil. Mi corazón latía a mil por hora, me sudaban las manos. Estaba realmente nervioso por lo que había pasado y lo que mi padre me diría porque, al fin y al cabo, había desobedecido las órdenes de mi padre y, en consecuencia, había chocado su auto.
Utilicé el vehículo sin prudencia y el resultado fue dañar a otros y a mí mismo. Expongo esta situación porque describe lo que sucede con el principio básico de la mayordomía corporal: la correcta administración de aquello que está a nuestra disposición (cuerpo), pero que en última instancia no nos pertenece (es del Señor). Esta es la forma de observar los recursos de la vida como provisiones de Dios. Así que recuerda: la gloria de lo creado le pertenece al Creador y no a los hombres.
En términos de conceptos, la mayordomía corporal bíblica podría definirse como el proceso a través del cual el corazón se educa, se limita y, por tanto, conoce el fin supremo de todas las acciones saludables. Todo creyente debe reconocer que el fin de lo que hace es que la gloria de Dios se refleje en ello. Así que el desarrollo de hábitos saludables también debe ser filtrado a la luz de las Escrituras para que estos lleven más gloria y más fruto al Creador del cuerpo y no al ejecutor.
Cuando mi padre por fin volvió a hablar al teléfono (después de aquel silencio eterno), me dijo que llevara el automóvil a casa, que me quedara tranquilo y que él resolvería el problema con la persona afectada. Afortunadamente, nadie salió herido, pero la carrocería de la puerta del taxi quedó marcada con la pintura del auto de mi padre, de manera que él tuvo que pagar por mi desobediencia e imprudencia.
Del mismo modo, el ser humano fue desobediente a la voz de Dios, a pesar de que el Señor le dijo lo que no debía hacer. Él nos ha dicho que el cuerpo constituye la morada de su Espíritu Santo (1 Co 6:19-20), que seríamos llenos de su Espíritu (Hch 1:8), que nuestros cuerpos serán glorificados (1 Co 15:42-58) y que debemos someter lo creado por sus manos (Gn 1:28); eso incluye, por supuesto, a nuestro cuerpo. Sin embargo, el pecado ha afectado tanto nuestro corazón, que somos incapaces de vivir cada una de estas promesas y de ser obedientes a sus directrices. Ahora bien, en representación de la humanidad y a causa de su desobediencia, los cuerpos de Adán y Eva conocieron la vergüenza (Gn 3:7), pero Dios en su gran misericordia los cubrió (Gn 3:21). A pesar de ello, el cuerpo anhela algo más que protección, el cuerpo gime por redención (Ro 8:23).
Así como mi padre me dejó en silencio durante un buen tiempo, el cuerpo ha estado en silencio desde el paraíso. El cuerpo anhelaba escuchar las promesas de Dios, de manera que Él, en Cristo, devuelve la dignidad que el cuerpo había perdido en el huerto del Edén. En Cristo el cuerpo adquiere su propósito real de ser la morada de su Espíritu. En Cristo el cuerpo es sellado con la garantía de la resurrección gracias a que Él entrega su vida y el Señor lo levanta de entre los muertos. En Cristo, y por el poder de su Espíritu, el cristiano es dotado de la capacidad divina para obedecer a la instrucción de honrar con su cuerpo al Dios Creador de todo lo que existe. Es gracias a esa obra que hoy los cuerpos de los creyentes tienen esperanza.
La mayordomía corporal bíblica es una respuesta obediente al evangelio. De hecho, es gracias a las obras de Dios en Cristo que adquirimos la capacidad de ser mayordomos, y dejamos a un lado todo viento de tiranía. Al Espíritu Santo le conocemos por sus efectos en nuestros corazones, por lo tanto, ser mayordomos es un efecto visible de lo que ha sucedido en el corazón. Por otra parte, la administración santa y responsable del cuerpo también es visible para un mundo que tiraniza el cuerpo humano. El cristiano del siglo XXI que se enfrenta a un sinnúmero de propuestas del cuidado corporal debería responderlas con un corazón educado en la Palabra de Dios, que conoce los límites de la libertad que Cristo le ha conferido para hacer su voluntad. Finalmente respondemos con un corazón que no vive para sí mismo, sino para agradar a aquel que lo dio todo por su iglesia, por lo que ahora su iglesia debería darlo todo por Él.
¡Que la mayordomía corporal bíblica brille más y más en nuestros corazones porque, si brilla, es Cristo quien la hace brillar! Conseguir tu físico soñado no saciará tu corazón, la báscula no da sentido, ni propósito, ni felicidad. Solo el Creador de todo puede dar vida al cuerpo y al corazón.
En las redes sociales podemos ver retos para alcanzar objetivos en el menor tiempo posible; sin embargo, los retos sin ética cristiana no cambian el corazón. La mayoría de las personas que comienzan un reto de 30 días para perder 10 kilos en un mes pierden el peso, pero no cambian su corazón.
¿Cómo deberíamos ver el ejercicio?
La iglesia debe ver el ejercicio como una plataforma a través de la cual equipamos al cuerpo para que, una vez fortalecido, sea capaz de realizar las buenas obras que debe hacer y que Dios ha preparado de antemano.
Muchas de las acciones que realizamos se desprenden de una acción física. Por ejemplo, cuando tenemos que ayudar a alguien a mudarse o que tiene una condición médica que le inmoviliza, necesitamos estar fuertes físicamente, así como tener energía, movilidad y resistencia. Estas cosas no son espirituales; son capacidades físicas que debemos desarrollar para fines espirituales. Muchos hermanos, y con todo el amor necesario lo digo, «no serán capaces de desarrollar los dones y talentos que Dios les ha dado», porque algunos de estos dones requieren fortaleza física, descanso y una correcta alimentación.
Por lo tanto, para predicar evangelio necesitamos estar fuertes físicamente. Esto también se vuelve un alivio para todos aquellos que hemos abrazado el evangelio de Cristo, porque nuestra identidad no depende de lo que salga en la báscula o de si tenemos o no salud, nuestra identidad depende de lo que Dios ha dejado escrito en su Palabra.
¿Cómo deberíamos ver la comida?
Nuestra naturaleza pecaminosa pervierte hasta los más ricos sabores que Dios ha creado; sin embargo, el problema no está en la comida, sino en nosotros, que somos incapaces de dominar nuestros apetitos digestivos. Por lo tanto, los seres humanos somos los que hemos pervertido el uso correcto de los alimentos.
Pero ¿qué es la comida? Básicamente es energía que Dios ha provisto para que el cuerpo tenga movimiento. Orgánicamente, el cuerpo la utiliza para sobrevivir, pero el fin espiritual de la comida es que podamos ser útiles y que tengamos energía suficiente para servir en nuestros trabajos, en la iglesia, a nuestros hijos, cónyuges, etc. Por lo tanto, como puedes percibir, el fin de la comida es el servicio. Esto puede verse como algo fácil, pero en la práctica se vuelve difícil.
Por esta y otras razones es que la mayordomía corporal es un tema que debería ser relevante para la iglesia, de la misma manera que el rol de la mujer en el cuidado corporal. Abordar temas como estos se vuelve necesario porque la cultura pervierte la perspectiva que Dios ha dispuesto para estas prácticas. Así que los artículos que conocerás a lo largo de esta serie abordarán aspectos importantes sobre la mayordomía corporal. Desde la nutrición hasta el ejercicio, desde el descanso hasta la disciplina espiritual, cada tema se examina a través del lente de la Escritura y contigo en mente, como mujer reformada.
¡Acompáñanos en esta travesía para descubrir cómo glorificar a Dios con nuestra mayordomía corporal!
Aprende
- Nuestro cuerpo no nos pertenece, es del Señor y debemos cuidarlo como a los demás recursos que Dios nos ha dado.
- El Espíritu Santo mora en nuestros cuerpos, y Él nos da el poder para cumplir con el propósito para el cual fuimos creadas.
- El ejercicio y la comida son herramientas que nos ayudan a obedecer a Dios, a predicar el evangelio y a servir a los miembros de la iglesia.
Vive
- Busca los versículos que se mencionan en este artículo y medita en qué dice la Biblia acerca de nuestro cuerpo.
- ¿Cómo podrías asegurarte de que, al cuidar tu cuerpo, tu corazón cambie y no experimentes solo cambios externos?
- ¿Por qué necesitas ejercitarte y comer bien para servir al Señor?
Lidera
- Comparte con tus amigas lo que has aprendido sobre la forma en que Dios ha creado y redimido nuestros cuerpos. Mediten en el impacto que esto debería tener en los hábitos que practicamos a diario.
- Mentorea a un grupo de mujeres sobre la importancia del ejercicio y la buena alimentación para servir mejor a Dios. Hagan una lista de las cosas que un cuerpo saludable les permitiría lograr para glorificar al Señor en su iglesia.
¡Únete a Reformadas hoy!
Y accede a los estudios Bíblicos gratuitos que satisfacen tu alma y aumentan tu fe.